17/09/2021 DANIELA 100% SOLIDARIDAD Y AMOR

Daniela Villa a sus 25 años, puede decir que a miles de kilómetros de su país, hay una persona que disfruta de la vida por su decisión, el haber donado  médula ósea.

Daniela nació en General Belgrano, una linda  ciudad de la provincia de Buenos Aires pero actualmente vive en La Plata. Eligió para estudiar odontología en la Universidad de Buenos Aires y  fue en la Facultad donde donó por primera vez sangre en una campaña que se realizaba todos los años y que hizo que quedara registrada para donar.

En el año 2019 en La Plata, a partir de una gran  campaña de donación que se realizó y sin saber mucho del tema, decidió donar sangre, avisando que se quería anotar para ser donante de médula.

Fue en el Instituto de Hemoterapia “Nora Etchenique”  de 15 y 66 donde le explicaron como era el proceso de donación de médula ósea, despejándole todas las dudas. En ese momento se enteró que su información iba a estar en la base de datos mundial y si existiera compatibilidad, podría  viajar muy lejos hasta la persona que la necesitara. Eso le pareció asombroso y la hizo reflexionar de cómo una actitud tan solidaria como donar puede salvar vidas.

Pasó el tiempo, pudo donar una vez más sangre pero  no tuvo noticias de ser posible donante de médula ósea. Luego su vida, como la de todas y todos, se modificó con la pandemia  pero casi terminando el mes de febrero de este año, recibió mensaje que cuenta “casi no respondo porque en ese momento estaba trabajando”.

Éste decía si ella era Daniela Villa y si seguía firme su decisión de ser donante de médula ósea. Seguido de eso, una llamada telefónica en donde le avisaban que muy lejos de nuestro continente, había una persona que era compatible. Después de tanto tiempo había llegado la noticia que esperaba.

Cuenta que en ese momento,  se le vinieron “un montón de emociones a la cabeza” mezcladas con imágenes de su vida, de sus afectos, principalmente de su tía que falleció muy joven y que en sus últimos estudios se había hablado de un trasplante como solución.

A partir de ahí se le informó detalladamente todo el proceso de la donación. Daniela supo que una vez extraída la sangre, la iban a enviar al lugar de destino  para el trasplante en donde se iba a volver a analizar para evaluar la compatibilidad que tenía  que ser entre alta (más del 90% de compatibilidad).

Al otro día de la noticia, se dirigió al hospital en donde se iba a realizar la donación. Después de la extracción de varias muestras de sangre para mandar a Italia en donde residía la persona que necesitaba el trasplante, ella y su familia esperaron con ansias los resultados para poder pasar a la etapa siguiente. Después de casi 100 días, en mayo de este año, Daniela Villa supo que su médula era 100% compatible con una persona de Italia que esperaba mejorar para poder vivir. Fue en ese momento que tuvo la misma sensación de las primeras horas de estar anotada para ser donante de médula ósea, temblando de emoción pensó en voz alta: “No puedo creer que se pueda donar algo que tenemos  en el cuerpo y que por eso podemos  salvarle la vida a otra persona que está del otro lado del mundo”. Para que todo estuviera perfecto, se hicieron en una mañana los estudios que se necesitan  hasta una entrevista con el equipo médico para evacuar dudas. Fueron unos días de preparación para llevar adelante el trasplante, coordinados con el equipo  médico de Italia, ya que también el receptor precisa de una preparación previa, antes de ser trasplantado.

Todo salió bien, y luego de la última etapa de estudios y esperarlo tanto, pudo donar médula ósea de forma voluntaria.  A cada persona que le cuenta su experiencia, también le transmite lo necesario que es donar por aquellas personas que están esperando. Cada vez que tiene ocasión le insiste a  sus  amigas y amigos para que se anoten en el registro  como donantes  e insiste en avisarles que no tengan miedo; “Siempre les digo, tranquis  porque todo es súper cuidado, es más, nunca sentí estar expuesta a ningún riesgo, al contrario”. El día que Daniela viajaba a su casa luego de donar médula ósea, le avisaron que también viajaban a Italia las células que había donado.

Mientras cuenta su experiencia, esa que le cambió la vida, Daniela aporta un dato muy importante para tener en cuenta y es que, dicho por sus propias palabras: “La mayoría de las personas no tienen un donante compatible dentro de su grupo familiar, es por eso que automáticamente hay que ir a buscarlo al registro de donantes, entonces, cuanto más personas seamos donantes de médula ósea, más fácil va a ser salvar o mejorar la calidad de vida de las personas que esperan un trasplante”.

Enterarse de historias como esta y el detrás de tamaño acto de amor y solidaridad, hacen de la donación el mayor acto de amor desinteresado que pueda existir.

Y como dice uno de sus cantantes favoritos,  un “Gracias, totales” para Daniela.