15/7/2022 TODO LLEGA, SÓLO HAY QUE ESPERAR

El 5 de junio pasado Patricia Ñucu fue trasplantada de riñón. Oriunda de Guernica, Patri como le dicen sus afectos, está casada hace muchos años con su compañero de vida y tienen dos hijos Leandro y Gerardo. Su historia comenzó hace unos años atrás, siempre recuerda la fecha, “era un 1 de agosto, me acuerdo porque nos habían invitado a mí y a mi marido a un evento donde la pasamos genial”, nos cuenta, mientras se acomoda en una de las mesas del Hogar de Tránsito “Silvia Inés Salas “del CUCAIBA para comenzar con el relato.

El festejo que duró todo el día, la hizo estar activa por demás y si bien se sentía cansada, no era como siempre; “me sentía un poco extraña, una conoce su cuerpo” y lo que la desconcertaba era la necesidad de tomar mucho líquido, algo inusual en ella. Esa noche, llegaron tarde a su casa, “estaba rendida” cuenta, pero se lo atribuía al día largo que habían tenido.

A la mañana siguiente se levantó temprano y gestionó un turno para hacerse un estudio de sangre que tenía pendiente, “no podía explicar qué sentía en el cuerpo y como tenía la orden, no esperé más, fui y me lo hice”. Esa misma semana, la llamaron del laboratorio avisándole que le llevara los estudios cuanto antes a su médico de cabecera. En ese momento ella pensó que con una medicación o tratamiento todo se iba a solucionar, “decidí ir a ver a un médico conocido, ya que no tenía uno de cabecera”. En la consulta, el médico la mandó a hacer otro análisis completo para comparar los valores y ahí, con los resultados en mano, fue a verlo otra vez. Después de evaluar el estudio de laboratorio, el médico le dijo; “Mirá, ya te saqué un turno para que veas a un nefrólogo” y sin dejar pasar más tiempo, esa semana se reunió con el nefrólogo para consultarle y sacarse todas las dudas; fue en ese momento que se enteró que iba a comenzar con su tratamiento de diálisis, “era una solución a corto plazo, mientras esperaba el trasplante”, comentó.

Pensar en cómo llevar adelante la espera la hizo canalizar toda su ansiedad en tareas positivas, “o le daba prioridad a todo lo que me estaba pasando y me iba a pique, o pensaba en activar y hacer cosas productivas para salir a flote y opté por lo último”, comenta con una paz que asombra y que la acompaña permanentemente.

Fue a partir de esta decisión que “comencé a meterle pata al estudio para recibirme” dice, y ni bien el equipo médico le dio el ok para comenzar a coser, lo hizo con gran alegría “ la práctica con algunas técnicas, es necesaria y ejercitar me iba a venir bárbaro para poder recibirme pronto”.

Pasó un tiempo y un sábado de junio, más precisamente el 2, la mamá de Leandro y Gerardo, llegó a su casa luego de una larga jornada. Uno de sus hijos, la estaba esperando con pizzas y comieron juntos: “mi última pizza saladita me comí” recuerda entre risas, algo que la caracteriza, ya que tiene un carácter muy social y es muy agradable conversar con ella.

Esa madrugada le sonó el celular. Cansada y creyendo que eran esas llamadas automáticas, pensó dos veces en atender, “cuando me desperté pensé en no atender, ya que supuse, podían ser esas llamadas spam pero algo me dijo que atendiera”, comenta asombrada, ya que nunca atiende llamadas de números no registrados.

Una voz del otro lado se presentaba con nombre, apellido y lugar de trabajo para avisarle que tenía que viajar cuanto antes a La Plata porque iba a ser trasplantada. Inmediatamente de esto, su pregunta fue, “¿es un chiste?” y le respondieron muy amablemente, dándole la certeza que efectivamente la esperaban para comenzar con los estudios de pre trasplante.

Si bien sabía que ese momento podía llegar, la situación la puso nerviosa y surgieron un montón de sentimientos encontrados.

Sentada en la cama, despertó a su marido para comentarle que la habían llamado del hospital y que tenía que viajar cuanto antes; él, casi dormido le preguntó si iba a ir, a lo que Patricia le respondió “¡y claro, me voy sola manejando si vos tenés sueño!”, comenta entre risas lo cómico de la situación, aclarando que su marido sí se levantó rapidito y la acompañó hasta La Plata.

Muchas cosas pasaron en su proceso de trasplante, desde la espera hasta el día de la intervención pero de todo eso, Patricia rescató siempre lo positivo.

Si bien esperó un tiempo hasta el trasplante, jamás bajó los brazos y nunca dejó de estar activa, “siempre acompañada por mi familia en todo” cuenta orgullosa con lágrimas de emoción.

Algo importante de destacar es que Patricia se dedica a la confección de vestidos de fiesta que llevan mucho tiempo y trabajo. Además de confeccionar las prendas, las borda con mucha paciencia, “piedrita por piedrita” como ella dice y fue esa paciencia la que, de alguna manera, le sirvió para encarar su situación, “yo sabía que este día iba a llegar por eso estaba tranquila, sólo había que esperar”.

Después del trasplante, su vida comenzó a ser la de antes, “¡es un volver a empezar desde todos los aspectos!” y destaca que algo tan simple como comer frutas y en cantidad, hoy la sorprende, “extrañaba mucho comer frutas o poder salir, antes me cansaba tanto de caminar y ahora no puedo creer que suba y baje las escaleras de acá del hogar o esté haciendo trámites toda la mañana sin cansarme” todo lo cuenta con un brillo en los ojos, emocionada.

Ese día que se trasplantó, Patricia pensó mucho en la familia de su donante y fue en ese momento que tomó la responsabilidad de cuidarse “voy a cuidarme mucho por mi donante”, como un modo de celebrar con su vida, ese acto de amor inmenso del cual ella es parte. Muy emocionada mira a su hijo, suspira y dice: “quién más agradecida que yo a mi donante porque por su decisión, hoy estoy acá”.