30/05/2025 DÍA NACIONAL DE LA DONACIÓN DE ÓRGANOS
LA SALUD PÚBLICA SALVA Y TRANSFORMA
Hace 22 años, con solo cinco años de edad, Franco Alberto González fue trasplantado de riñón en el CRAI NORTE DEL CUCAIBA, gracias a la solidaridad de alguien que, en vida, decidió dar una segunda oportunidad para quien lo necesite.
Franco nació el 26 de mayo de 1998, es el más chico de tres y su llegada fue toda una sorpresa. Patricia, su mamá, tuvo un embarazo sin complicaciones. Luego del nacimiento, los resultados de los estudios de rutina confirmaron lo que el equipo de salud suponía: Franco había nacido con displasia renal, es decir, un riñón anormal y más pequeño.
Desde ese momento, el equipo médico decidió que lo mejor, hasta el trasplante, era trasladarlo al Hospital Posadas. Fue en ese centro de salud que Franco estuvo en terapia intensiva. Al ser muy chiquito, comenzó a hacer diálisis, un tratamiento sustitutivo de la función renal, “fue muy duro para toda la familia verlo tan chiquito en esa situación, luego supimos que ese tratamiento fue el que lo mantuvo en condiciones hasta el trasplante”, expresa su mamá.
Con el paso de los días y semanas, la familia de Franco tuvo una charla con el equipo que lo atendía donde se enteraron los pasos a seguir. Franco debía comenzar con el tratamiento de diálisis peritoneal que, para esos años, sólo se realizaba en el hoy Hospital del Niño “Prof. Dr. Ramón Exeni”. “Hablé con el doctor que es una excelencia en nefrología en nuestro país y muy amablemente se encargó de que nos recibieran en el hospital”, cuenta Patricia y agrega: “Por eso, mi familia va a estar agradecida por siempre con el doctor Ramón Exeni, con la doctora Aida Vásquez, y con la calidad humana y profesional del hospital público de niños de San Justo, que, en momentos tan terribles, supieron contenernos”.
Inmediatamente después de llegar al hospital, Franco comenzó con el tratamiento de diálisis peritoneal. Diferentes profesionales fueron ayudando a Patricia y así a todas las madres que estaban en la misma situación, “nos enseñaban con muchísimo amor a hacerles a nuestros hijos diálisis peritoneal y digo con muchísimo amor, porque así lo sentíamos todas las madres que estábamos en esa sala”, detalla.
Patricia tenía dos hijas más grandes, Evelyn, la mayor que le lleva seis años a Franco, y Ailén, la del medio, que quedaban al cuidado de su papá y la familia. “El tema de internarse con un hijo se complica mucho cuando hay otras y otros esperándote en casa”, asegura, pero todo esfuerzo valía la pena ya que Franco se había adaptado muy bien al tratamiento y eso auguraba un trasplante exitoso el día que llegara.
Toda esa nueva rutina hizo que la madre de Franco aprendiera muchísimo sobre el tema, tanto que comenzó a pensar en estudiar enfermería y así saldar con el sistema público de salud, y todas y todos los profesionales, la oportunidad de vida que le estaban ofreciendo a su hijo.
Con casi seis meses de internación, y luego de haber pasado por tres hospitales en tan corto tiempo de vida, Patricia y su familia, recibieron la mejor noticia: Franco tenía el alta, “ese día que nos avisaron que nos íbamos a casa, no lo podíamos creer”.
“Mi vida se centraba en los cuidados para Franco y sus cinco diálisis por día”, recuerda Patricia. “Franco era muy mimado, estaba bien, crecía dentro de los parámetros normales, andaba óptimo con el tratamiento de diálisis peritoneal, iba al jardín de infantes, jugaba con sus amistades y con sus hermanitas”, comenta su mamá; eso tranquilizaba mucho a su familia y, además, tenerlo en casa superaba las expectativas.
Aun así, el equipo médico sabía que, a pesar del gran trabajo sanitario y los cuidados que la familia realizaba todos los días, Franco debía ser trasplantado para tener una mejor calidad de vida, algo que a Patricia todavía no podía pensar. “Cuando me hablaron de un posible trasplante, me llené de preguntas y algunos miedos también”, recuerda, y agrega que fueron los equipos de profesionales de psicología y nefrología del hospital quienes le hicieron entender que el trasplante iba a darle a su hijo la calidad de vida que necesitaba. “Trabajaron conmigo en ese tema y hoy les agradezco profundamente”, expresa.
Esas charlas concluyeron con la aprobación de Patricia y su familia para que Franco entre en lista de espera. Fueron casi cinco años de tratamientos sustitutivos, de controles médicos, y de cuidar la salud de su hijo para llegar al trasplante lo mejor posible. El 1 de diciembre de 2003, a Franquito “le salió el operativo para el trasplante”, recuerda con alegría Patricia.
LA IMPORTANCIA DE LA DONACIÓN DE ÓRGANOS
Son varias las personas que están en lista de espera y que participan en los operativos para trasplante como potenciales receptores, ya que se deben evaluar distintos factores entre donante y receptor para determinar la compatibilidad y así llevar adelante el implante.
Una mezcla terrible de emociones inundó la casa de la familia González. Sin poder creerlo, comenzaron a preparar todo para acompañar a Franco en ese tan esperado momento. “Corrimos por Franco para llevarlo a hacer todos los estudios, recuerdo que yo estaba en el banco y me avisan que estaba primero en la lista, no me lo podía creer”, cuenta Patricia. “Todo salió como se esperaba, porque después de cinco años, mi hijo se trasplantó y todo lo que vivimos, valió la espera”, resalta.
En el final, Patricia, se emociona y nos cuenta que nada podría haber pasado sin el equipo de salud que acompañó a la familia en la espera y sin la calidad de cada una de las enfermeras que cuidaron tanto de Franco como de Patricia, transformándose en la contención de muchas noches en vela. “El agradecimiento para con el hospital público y su gente, será para toda la vida”, asegura.
Antes de que Franco sea trasplantado, Patricia se recibió de enfermera y actualmente es promotora de la salud pública, “trabajo desde el amor con cada una de las personas que me toca asistir”, dice y agrega: “Desde mi profesión hago todo lo posible y más para acompañar a las madres y padres a no perder las esperanzas y a confiar en que todo llega”.
Historias como la de Franco, suelen ser un recordatorio de la importancia de la donación de órganos para cambiar vidas y dar esperanza a muchas personas que se encuentran en lista de espera.